Sobre un pacto
- Francisla Martinez
- 22 jun 2019
- 2 Min. de lectura
Soy la prueba irrefutable de tu preexistencia. Sé que por acá estuviste por esa carga.
Por los eternos masajes de pies nocturnos por vos dados y por mi recibidos entre gatos siameses posados en tu cabeza, en tu regazo y en mis rodillas.
Por el puto temblor del pulgar derecho que arrastramos desde tiempos inmemorables, mal este acarreado de otros como vos, pero más españoles.
Por el cúmulo de voces en mi cabeza que no logro acallar.
Por la creencia en mi superioridad.
Soy la evidencia de tu paso porque no hubiera llegado a este plano sin tu previa existencia.
Por las pasiones que permanecen encerradas en esta piel que habito.
Por la nostalgia de lo no vivido.
Por las historias contadas y las que sin decirse, implícitas, transitan por el tejido que conforma mi organismo.
Sé que estuviste no solo en el pasado inmediato sino también en otros pasados anteriores. Por ahí anduviste o anduvimos.
Mi aura, anunciado por algún dejavu, antesala de un mini infierno. Voces familiares. Un color intenso. Un mundo anterior o paralelo donde estuviste o estás, donde estuvimos o estamos todos los que expresa o implícitamente hemos firmado este pacto de almas que nos mantiene enredados. Los he visto, los he reconocido y les he amorosamente temido. Ahí estaban también los gatos y algún enano de circo que todavía no se ha dignado a aparecer en este plano.
Una voz que desde otro universo me llama y todavía no ha logrado arrastrarme.
Antes que yo estuviste, porque me nombraste y al nombrarme me reconociste y me reconocí, individualizándome.
Lo sé porque hoy te veo en tu ausencia, en el ojo dibujado por las nubes en el cielo, en la presencia que, invisible y a veces imperceptible, me vigila. En el inmenso espacio vacío que tus ciento cincuenta kilos dejaron. Te reconozco en estas inusitadas ansias de volar que tengo y tenías, que algún día tuvimos todos los implicados en esta maraña de almas, incluidos los gatos y también el enano de ensueño, que debe andar por ahí, suspendido, porque todavía no se ha dignado a aparecer en este plano.

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